
La basílica de San Pedro volvió a abrir sus puertas este jueves para recibir a miles de fieles que continúan rindiendo homenaje al papa Francisco, fallecido el pasado lunes a los 88 años. El deceso del Sumo Pontífice, confirmado por la Santa Sede como consecuencia de un derrame cerebral, ha generado una ola de conmoción a nivel mundial y una afluencia masiva de peregrinos al corazón del Vaticano.
El miércoles, más de 50.000 personas pasaron por la basílica para despedirse del papa argentino, quien deja un legado marcado por su espíritu reformista, su defensa de los más vulnerables y su enfoque pastoral cercano. Su cuerpo fue trasladado desde la capilla de Santa Marta en una solemne ceremonia, en la que los "sediarios" pontificios lo llevaron en un ataúd abierto, escoltado por la Guardia Suiza, hasta el Altar de la Confesión.
Una vez allí, los fieles tuvieron unos momentos para contemplar al Santo Padre por última vez. La emoción y el respeto colmaron el templo mientras se sucedían los rezos silenciosos y las lágrimas de quienes lograron entrar tras horas de espera.
En la Plaza San Pedro, se vivieron escenas de tensión entrada la noche, cuando los asistentes temían no llegar a tiempo para ingresar a la basílica. Las filas, que llegaban a durar entre cuatro y cinco horas, se desorganizaron y, ante la gran afluencia, se extendió el horario de ingreso hasta pasada la medianoche.
Entre las figuras destacadas que acudieron a rendir homenaje estuvo la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien, visiblemente conmovida, rezó ante el féretro vestida de riguroso luto.
El velatorio público continuará a lo largo del jueves y viernes, días en los que se espera que decenas de miles de fieles más acudan al Vaticano para despedirse del líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos. Se prevé que el funeral oficial, en el que participarán líderes religiosos y políticos de todo el mundo, se realice este fin de semana.
El mundo despide así al primer papa latinoamericano, un pontífice que buscó reformar la Iglesia desde dentro, abogar por la justicia social y tender puentes entre la fe y las nuevas generaciones.