19/05/2025 - Edición Nº2357

Viedma

Patagonia Energía

Río Negro firma el pacto por el Oleoducto Vaca Muerta – Punta Colorada: una jugada estratégica para la soberanía energética del sur

El proyecto contempla un oleoducto de 440 kilómetros que conectará Allen, en el Alto Valle, con Punta Colorada, en la costa atlántica de Río Negro, muy cerca de Sierra Grande. Allí se montará un puerto petrolero de gran escala, con dos monoboyas de carga a seis kilómetros de la costa y una planta de acopio y almacenamiento.



Este viernes 16 de mayo, en el Salón Gris de la Casa de Gobierno en Viedma, se firmará un convenio que puede cambiar el destino de la Patagonia argentina y redefinir el mapa energético del país: el acuerdo entre la provincia de Río Negro y un consorcio de las principales petroleras del país para avanzar con el megaproyecto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS).

 

Detrás de la rúbrica se esconde una negociación compleja, cargada de tensiones políticas, intereses económicos multinacionales y un componente estratégico que va más allá del negocio del petróleo: la redefinición del rol de la Patagonia como puerta de salida al mundo de los recursos energéticos argentinos.

 

El proyecto contempla un oleoducto de 440 kilómetros que conectará Allen, en el Alto Valle, con Punta Colorada, en la costa atlántica de Río Negro, muy cerca de Sierra Grande. Allí se montará un puerto petrolero de gran escala, con dos monoboyas de carga a seis kilómetros de la costa y una planta de acopio y almacenamiento.

 

Impulsado por un consorcio integrado por YPF, Chevron, Shell, Vista, Pan American Energy, Pluspetrol y Pampa Energía, el VMOS busca reducir la dependencia del sistema de transporte actual hacia el Atlántico bonaerense y, al mismo tiempo, mejorar la capacidad exportadora del petróleo neuquino, abriendo un nuevo canal directo hacia los mercados internacionales.

 

La disputa por el beneficio provincial

 

La discusión no fue sencilla. El gobernador Alberto Weretilneck se plantó con firmeza ante las petroleras. “No admitimos que Río Negro sea un pasamanos”, advirtió en marzo, cuando las empresas se resistían a realizar aportes económicos más allá de los técnicos.

 

Finalmente, el entendimiento incluye un desembolso inicial de 60 millones de dólares y el compromiso de pagos anuales posteriores, cuyo detalle se conocerá luego de la presentación del convenio a la Legislatura provincial, prevista para el 22 de mayo.

 

Río Negro exige lo que considera justo: compensaciones por el uso del territorio, las rutas, los ríos y el mar rionegrino, además del impacto ambiental y logístico de una obra de semejante envergadura.

 

Este nuevo eje logístico cambia las reglas del juego. Hasta ahora, el grueso del crudo producido en Vaca Muerta salía por Puerto Rosales, en Bahía Blanca. Punta Colorada representa una alternativa estratégica y con proyección geopolítica. Su ubicación permite exportar de manera más directa al Atlántico Norte, a Europa y a nuevas rutas hacia Asia.

 

“Estamos frente a una infraestructura que podría reposicionar a la Patagonia como un nodo energético global”, señala el economista energético Mariano Barragán, de la Universidad Nacional del Comahue. “Pero debe hacerse con visión soberana: no se trata solo de exportar crudo, sino de generar desarrollo, trabajo calificado y cadenas de valor regionales.”

 

Patagonia: territorio, energía y poder

 

Este acuerdo debe leerse también en clave geopolítica. En un contexto mundial marcado por la transición energética y las tensiones por los recursos naturales, Argentina apuesta por fortalecer su matriz exportadora, sin descuidar el control del territorio.

 

La baja densidad poblacional de la Patagonia, un histórico talón de Aquiles, cobra especial relevancia cuando se proyectan grandes obras de infraestructura energética. El dilema es claro: ¿podrá el desarrollo energético traer consigo un crecimiento poblacional sostenido, inversiones sociales y asentamiento definitivo en la región?

 

El convenio que se firmará en Viedma no es solo un contrato más: es una jugada estratégica de alto impacto, que puede convertir a Río Negro en un actor central del mapa energético nacional e internacional.

 

Pero también abre interrogantes: ¿será el inicio de un modelo federal de aprovechamiento de los recursos? ¿Podrá la Patagonia desarrollarse sin ser explotada? ¿Estamos frente a un nuevo modelo de soberanía económica o a un enclave extractivo con rostro moderno.

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