
La ciudad de Viedma amaneció nuevamente envuelta en niebla, un fenómeno particularmente repetido en esta época del año que responde a una combinación de factores meteorológicos típicos del otoño e invierno patagónicos.
Según especialistas, la presencia de niebla se debe principalmente a la conjunción de heladas nocturnas, alta humedad ambiental y una atmósfera calma, condiciones que favorecen la formación y persistencia de estos bancos de neblina matinal.
Durante la noche, las temperaturas descienden hasta el punto en que el aire se enfría lo suficiente para alcanzar su nivel de saturación. Es entonces cuando el vapor de agua se condensa en diminutas gotas suspendidas en el aire, generando la típica visibilidad reducida que caracteriza a la niebla.
A este proceso se suma la humedad presente en la atmósfera, imprescindible para que esa condensación ocurra, y la ausencia de viento, que permite que las partículas de agua se mantengan cerca del suelo sin disiparse rápidamente.
Este fenómeno no solo afecta la visibilidad en rutas y calles, sino que también es un indicador del marcado descenso térmico que empieza a instalarse en la región. De hecho, los servicios meteorológicos ya alertan sobre nuevas jornadas con heladas y probabilidad de niebla en las primeras horas del día.
En conclusión, la niebla en Viedma no es una excepción, sino una postal repetida del cambio estacional: una atmósfera fría, húmeda y quieta, que convierte a las madrugadas patagónicas en escenarios de niebla espesa y persistente.