Esta mañana, un inusual sismo de magnitud 4.8 sacudió la costa este de Estados Unidos, afectando ciudades como Nueva York, Nueva Jersey, Filadelfia y Connecticut. A pesar de la sorpresa y la intensidad del fenómeno, no se reportaron daños ni víctimas.
El temblor se cuenta entre los más fuertes registrados en la historia de la región, una zona donde los sismos son raros. El Centro Nacional de Información Sísmica indica que desde 1700, el noreste de EE.UU. ha experimentado aproximadamente 2.000 sismos, de los cuales solo 13 han sido clasificados como "peligrosos".
Factores cotidianos como períodos de sequía e intensas lluvias pueden influir en la actividad sísmica. Las inundaciones, por ejemplo, pueden elevar el nivel del agua y provocar deslizamientos que lubrican las fallas tectónicas. Además, el aumento del nivel del mar, una preocupación constante en Nueva York, también puede incrementar la presión sobre las plataformas continentales y costeras, potencialmente elevando la frecuencia de los sismos.
Sin embargo, estos eventos no han causado alarma entre los investigadores, quienes ven estos cambios como parte de la dinámica natural y constante del planeta Tierra.