
El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una nueva colocación de deuda por hasta USD 7.000 millones en medio de una batería de medidas orientadas a garantizar la meta de reservas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El financiamiento externo, que será utilizado para engrosar las reservas del Banco Central (BCRA), llega en paralelo con una decisión que generó fuerte inquietud en el mercado: la eliminación del "parking" obligatorio de 6 meses para capitales del exterior, una medida que abre la puerta al retorno del “carry trade” y una mayor exposición al humor de los mercados financieros internacionales.
Según economistas, esta combinación reproduce elementos centrales del esquema aplicado entre 2017 y 2018 durante la gestión de Mauricio Macri, cuando la entrada masiva de capitales especulativos sostenía artificialmente la estabilidad cambiaria, a costa de mayor vulnerabilidad externa.
“El levantamiento del parking es una señal riesgosa. Te volvés más dependiente del apetito financiero externo, que puede cambiar de un día para otro”, advierten distintos económistas. “Se busca evitar que la compra de reservas presione sobre el dólar, pero al mismo tiempo estás tomando deuda para acumularlas. Cuando haya que devolver esa plata, las reservas van a volver a caer”, coinciden.
En efecto, el Tesoro Nacional buscará suscribir bonos en dólares de forma directa, sin intervenir en el mercado cambiario, lo que en los papeles permitirá aumentar las reservas netas sin generar emisión. No es lo mismo acumular reservas genuinas por exportación que hacerlo por vía préstamos. El riesgo es que esta estrategia se traduzca en un rebote del dólar si el flujo de capitales se revierte.
La apuesta oficial se sustenta en que, pese a que la meta de acumulación de reservas acordada con el FMI podría no cumplirse en su totalidad a mitad de año, el organismo no impondría sanciones si se queda cerca. Sin embargo, voces del mercado coinciden en que esta flexibilidad puede terminar costando caro si la volatilidad se instala en el frente cambiario.
Si bien para el Gobierno, la desinflación es hoy la prioridad, pero relajar los controles a los flujos de capital puede traer más problemas que soluciones. Hay una confianza excesiva en que el mercado especulativo va a seguir acompañando.
En los hechos, el modelo económico se orienta nuevamente a una lógica financiera, donde la estabilidad se sostiene en base al ingreso de dólares vía deuda y fondos de inversión de corto plazo. Una estrategia que, en el pasado reciente, terminó con una fuerte crisis de balanza de pagos y una corrida cambiaria.
Desde el oficialismo sostienen que esta vez es distinto: el Banco Central solo se enfocará en controlar los agregados monetarios y no intervendrá en el mercado cambiario salvo que el dólar se escape de la banda. Pero los antecedentes recientes y la sensibilidad del contexto global invitan a la cautela.